miércoles, 14 de marzo de 2012

Socialmente tóxicos


Lamento la inconstancia de esta última semana, pero en mi defensa debo añadir que he estado ocupada tratando de solucionar mi futuro de parada mediante entrevistas, cursos y peloteo variado. El problema que me ha surgido es que todos los acontecimientos se me han precipitado... al vacío. Y yo sigo igual, en mis trece por un mundo digno y un trabajo a juego como los zapatos.
Dejando de lado mis andanzas, hoy quiero reflexionar sobre los demás, lo que te aportan y lo que no. Últimamente en las redes sociales y en mis conversaciones cafeto-tetiles (si la RAE me permite la expresión) mantengo interesantes debates sobre la insoportable compañía de otros seres más interesados por lo que les puedes dar que por la retroalimentación que podemos recibir.
Tengo la teoría de que existen personas socialmente tóxicas, es decir, paramecios sociales que sólo se te acercan en busca de tu sangre calentita y recién exprimida. Sin bichejos con una autoestima muy baja que sólo la pueden compensar hablando de la única cosas que ellos creen que hacen bien. Y el mayor problema es que son monotemáticos, no te dejan entrar en su conversación y como intentes cambiar de tema a otro más mundano, dan un giro de cadera, un gancho de derecha y sin más preámbulos regresan a su tema favorito: Yo, yo mismo y conmigo.
Conozco gente así que me dan la oportunidad de comprobar su mezquindad y mi paciencia. Reconozco que soy muy observadora en cuanto a comportamientos humanos y me gusta escuchar, pero también mantener una conversación de intercambio de experiencias vividas y muertas.
No todo está perdido con estos individuos. Probablemente ellos piensen lo mismo de mí, que soy una interesada o, peor aún, ¡una panoli!, pero siempre me darán nuevas ideas para poner excusas para verlos una vez al año (como mucho).

lunes, 12 de marzo de 2012

Barcelona - Torre Agbar - Grúa Municipal



Hoy tengo ganas de hablar de la grúa municipal por el simple y desagradable hecho de que mi coche ha desaparecido por arte de birlibirloque o más bien, yo a ese arte prefiero llamarlo MCJM (multar a los ciudadanos para joderlos aún Mas).
Bien es cierto que he aparcado donde no debía, pero en mi defensa diré que es un área residencial donde no camina nadie por las aceras porque todos tienen Mercedes, BMW o Porsches. Y debo añadir que en los alrededores (enfrente) hay un centro del SOC (para los no inmersos en la lengua catalana, es el Servei d'Ocupació de Catalunya, lo que viene siendo el INEM de toda la vida). Por lo tanto, señor agente, puede usted deducir que probablemente y con casi 6 millones de parados, esos coches taaaaan mal aparcados van a hacer una gestión rápida: recoger o dejar un papelito o quizás renovarse el paro... Pero claro, usted no va a deducir nada de eso porque hay que recaudar de los ciudadanos lo que los políticos han robado.
He pasado por varias fases: decepción, tristeza, nerviosismo, mala baba, destructiva, pobreza y, finalmente, sarcasmo e ironía negra. Cuando he llegado a esta última fase he mandado un mensaje al depósito municipal para que me indicasen qué demonios tenía que hacer para recuperar el coche. Amablemente, un servidor me ha remitido otro mensaje dándome las gracias (¿?) y dándome instrucciones precisas para recuperar mi buga (decía claramente: coger un bidón de gasolina y rociar el depósito municipal, pero no me acababa de convencer la idea, más que nada porque mi coche estaba todavía dentro).
Pues bien, como no tenía coche, ni sabía dónde estaba en Barcelona, pues he ido andando, desgastando suela y suelo para hacer gasto al ayuntamiento. Una vez allí he contado casi cien coches retenidos, sin contar las motos y... ¡bicicletas! Pero he preferido hacerme la loca y he preguntado a una pareja de hecho de policías urbanos cómo llegar a pagar la multa que va a hacer que este mes haya acabado hoy. Pues esta pareja de hecho debía tener cachondeo y me ha preguntado de guasa: "¿Qué pasa? ¿Que te ha llevado la grúa el coche?". Mi primera reacción ha sido un dragón verde de dos toneladas saliendo de mis entrañas, pero mi respuesta ha sido: "No, lo que pasa es que mi coche se ha volatilizado y ha caído en el depósito de la grúa. ¡Qué casualidad! ¿no?". Me he guardado el "¿no te jode?" porque era un agente de la ley y no vaya a ser que también me acusen de desacato, además de aparcar en la acera. Como se le ha quedado cara de lelo (todavía más), me ha indicado la dirección con el mismo dedo con el que se saca los mocos en el coche patrulla. Yo he agradecido tan aciago gesto con un "Gracias" lleno de rencor y odio, pero mi voz de niña buena atenuó las consecuencias.
En fin, que una vez en ventanilla me he encontrado con una funcionaria amable y simpática, pero que no me podía hacer descuento de ningún tipo, ni siquiera por estar en el paro. Incluso me la llevé a mi terreno y conseguí de sus labios unos pocos ánimos y una recomendación: "ven en transporte público". Luego amablemente me dio a elegir dos opciones: la de pagar la retirada del vehículo o el combopack, es decir, pagar la retirada y la multa juntas. Elegí el combopack: 200 eurazos y no me pusieron ni siquiera una Coca Cola.
Una vez recuperado el coche he comprobado minuciosamente que no tuviera ningún golpe ni rasponazo provocado por la grúa porque si hubiera sido de esta forma hubiera puesto en marcha las recomendaciones de la gasolina y el mechero, pero como no tenía nada ni yo fumo, se me ha ido pasando el disgusto.
Espero que ahora entendáis la relación: Barcelona - Torre Agbar - Grúa Municipal.

lunes, 5 de marzo de 2012

Periodismo o la fuerza del sino


En estos días inciertos en los que no es más válido el que más experiencia tiene sino el que más suerte atesora, he encontrado una web que me ha hecho reflexionar: Fundación para el nuevo periodismo
Este movimiento consiste en que los periodistas españoles se han lanzado a una campaña para que su trabajo sea mejor pagado. Pues mucho ánimo.
Como comunicadora sin trabajo y trabajando en su terrible búsqueda, yo estoy con ellos. Me apunto. Una de las últimas ofertas que he recibido han sido: "Eres perfecta para el trabajo. Te explico el contrato es freelance (para el que no entiende los vocablos chachis y no iniciado al inglés significa autónomo de toda la vida de Dios) y te voy a dar 100 euros al mes para que no te desmotives y tengas un pequeño ingreso". Claro. En las 10 horas libres que me queden al día puedo limpiarte el despacho. Ya dormiré cuando sea mayor.
Analizando desde mi microcosmos creo que el problema del periodismo es que la gente en general no entiende el trabajo que hay detrás de escribir un folio a doble espacio. Los que lo saben hacer bien se enfrentan a mil problemas: falta de información (que no te puedes inventar como los de El Mundo) o limitada; inspiración caducada; demasiado espacio para poca chicha, entre otros. Y a todo esto se enfrenta el redactor que no llega a los mil euros. Evidentemente las superestrellas del periodismo cobran sueldos de varios ceros por poner su voz, su cara o su pluma (estilográfica, se entiende, malpensados) al trabajo de los que gastan suela y neuronas en hacerles su trabajo.
El gran problema es que el periodismo está cada día más y más prostituido y nosotros contribuimos a ello porque, desgraciadamente, las facturas no se pagan solas.

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Perfecto yo? ¡Tururú!


Casualidades de la vida, esta semana he podido hablar con mucha gente que me rodea en mi día a día, pero que no habíamos tenido tiempo de profundizar en las conversaciones livianas del aquí te pillo, aquí te mato. Y he comprobado lo poco normales que somos. Los complejos que atenazan las relaciones sociales y que bloquean nuestra autoconfianza.
Deberíamos emplear un momento en pensar que la perfección no existe. Es más, la perfección se forma a partir de las pequeñas imperfecciones humanas. Nos pensamos que los modelos de las revistas, de la tele, de los anuncios son bellos y se sienten bellos. Nada más lejos de la realidad, el ser humano tiene una tendencia a ser pesimista (porque resulta más fácil regodearnos en nuestras miserias que en nuestras alegrías) y no nos damos que cuenta que las personas que se encuentran más expuestas a la opinión pública son las más débiles. Además, el cuerpo humano es muy inteligente y cuando tenemos una cita importante o un evento social al que tenemos que ir "perfectos" nos sale un magnífico grano purulento en la cúspide de la cara. Porque, como he dicho, en la imperfección está la perfección.
Lo más bonito de ser humanos es que somos amorfos, por lo tanto imperfectos. Tengamos en cuenta que nos crearon a partir de un cacho de barro, así que muy perfectos no vamos a ser, de hecho, buscamos a las personas que amamos por sus defectos, no por lo que nos une porque al fin y al cabo en eso siempre vamos a estar de acuerdo.