domingo, 4 de marzo de 2012

¿Perfecto yo? ¡Tururú!


Casualidades de la vida, esta semana he podido hablar con mucha gente que me rodea en mi día a día, pero que no habíamos tenido tiempo de profundizar en las conversaciones livianas del aquí te pillo, aquí te mato. Y he comprobado lo poco normales que somos. Los complejos que atenazan las relaciones sociales y que bloquean nuestra autoconfianza.
Deberíamos emplear un momento en pensar que la perfección no existe. Es más, la perfección se forma a partir de las pequeñas imperfecciones humanas. Nos pensamos que los modelos de las revistas, de la tele, de los anuncios son bellos y se sienten bellos. Nada más lejos de la realidad, el ser humano tiene una tendencia a ser pesimista (porque resulta más fácil regodearnos en nuestras miserias que en nuestras alegrías) y no nos damos que cuenta que las personas que se encuentran más expuestas a la opinión pública son las más débiles. Además, el cuerpo humano es muy inteligente y cuando tenemos una cita importante o un evento social al que tenemos que ir "perfectos" nos sale un magnífico grano purulento en la cúspide de la cara. Porque, como he dicho, en la imperfección está la perfección.
Lo más bonito de ser humanos es que somos amorfos, por lo tanto imperfectos. Tengamos en cuenta que nos crearon a partir de un cacho de barro, así que muy perfectos no vamos a ser, de hecho, buscamos a las personas que amamos por sus defectos, no por lo que nos une porque al fin y al cabo en eso siempre vamos a estar de acuerdo.

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